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odos los que leímos Bestiario
sabemos que Julio Cortázar impuso como base en cada cuento una sensación de
extrañez, de dos realidades diferentes , donde hace que el lector dude en todo
momento que mundo es legítimo, desde principio a fin.
En Carta a una señorita en París podemos
ver el ingreso de lo extraño cuando el narrador vomita un conejito (en el mundo
que implementa Cortázar esto es normal). Cuenta como lo hace pero en ningún
momento se pregunta por qué sucede. Toma la situación natural, acoge al conejo
y lo pone en una maceta como si fuera una mascota nueva. Él se adapta a lo
extraño sin intención de explicarlo, -“…naturalmente uno no
va a explicarle a la gente que de vez en cuando vomita un conejito. Como
siempre me ha sucedido estando a solas… […] no es razón para que uno tenga que
avergonzarse y estar aislado y andar callándose.-”
El mundo en el que vive, el de
las costumbres y la cotidianeidad, se ve irrumpido por la “invasión” de los
conejos. Al cuidar diez, ya no puede leer libros ni tampoco dormir bien. Le
destrozan el entorno, debe ocultarlos de Sara y arreglar todo para Andreé. Pero
se produce el quiebre cuando vomita un último conejo, el numero once. En ese
momento pierde el control de su vida y se produce una descompostura, generando
el asesinato de los conejos y su posterior suicidio.
Para
cerrar, podemos entender que los conejitos representan problemas que no puede
manejar, hasta llegar a un punto límite donde ya no puede seguir, poniendo fin
a su vida y a sus “problemas”.
Montiel, Leonel Elias
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